María Sabina hablaba de los hongos alucinógenos como si tuvieran forma humana, o como si de pronto se transformaran en personas sagradas merecedoras de respeto. Decía que el hongo sagrado la había tomado de la mano para llevarla al mundo donde se sabe todo.
“Ese mundo habla. Tiene un idioma propio. Yo informo lo que dice. El hongo sagrado me toma de la mano y me lleva al mundo donde se sabe todo. Allí están los hongos sagrados, que hablan en cierto modo que puedo entender. Les pregunto y me contestan. Cuando vuelvo del viaje que he tomado con ellos, digo lo que me han dicho y lo que me han mostrado.”
Una de las cosas más importantes que le salía al encuentro era, tras la apertura de las puertas de la percepción, la forma de curar, de sanar, de regresar al enfermo al mundo. Entonces los bautizó como “Niños Santos”.
Tras vislumbrar estos mundos, la curandera y chamán mazateca originaria del estado de Oaxaca, aunque no fue jamás su intención, se convirtió y pasó a la historia como la “pionera” de los usos medicinales y curativos de los hongos.
El micólogo Robert Gordon Wasson la visitó en la Sierra Madre del Sur y después se encargó de regar sus enseñanzas y difundir su sabiduría, popularizándola internacionalmente como una de las principales promotoras del uso de sustancias psicoactivas de formas medicinales.
Han pasado décadas desde que se difundió su sabiduría micológica y hoy la ciencia habla acerca de un nuevo uso de los hongos aparte de los efectos alucinógenos.
Un estudio científico reafirma lo que María predijo: la sustancia psicoactiva que constituye a los “niños santos”, llamada psilocibina, no sólo produce alucinaciones o “introspecciones místicas”, sino que también podría llegar a ser empleada como tratamiento en casos de depresión severa.
El estudio se publicó en The Lancet Psychiatry y asegura que dicha sustancia activa es un receptor de serotonina que actúa naturalmente en alguna especie de seta: los hongos mágicos.
La serotonina funge como neurotransmisor en la inhibición de la ira, la agresión y el sueño, entre otros impulsos. Dicha capacidad de frenar esos efectos negativos se relacionan directamente con la depresión.
Las pruebas del estudio se llevaron a cabo en el Colegio Imperial de Londres en 12 pacientes, de los cuales todos probaron con anterioridad al menos dos tratamientos diferentes contra la depresión sin obtener resultados.
Todos los participantes habían estado clínicamente deprimidos durante un largo tiempo: un promedio de 17,8 años. Ninguno había respondido a los medicamentos comunes que actualmente están a la venta o a las terapias electro-convulsivas. Recibieron una dosis “alta” de la sustancia activa de los hongos, lo que les provocó una experiencia psicodélica que duró casi seis horas, acompañados de música clásica para amenizar su viaje terapéutico.
Los resultados revelaron que la mayoría de los pacientes tenía una reducción rápida en sus síntomas depresivos, con efectos secundarios «fiables» incluyendo la ansiedad, la náusea y dolores de cabeza.
Asimismo, el profesor David Nutt explica que durante la depresión los pensamientos se cierran de una manera autocrítica y negativa, por lo que esta sustancia puede actuar como «un lubricante para la mente» que libera al paciente.
El doctor Robin Carhart-Harris aseguró en entrevista para la “BBC” que los resultados de esta magnitud son muy prometedores, tienen un efecto muy grande comparado con cualquier tratamiento disponible para la depresión.
Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, afecta a alrededor de 350 millones de personas y en esencia, interviene con las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana.
Puede llegar a convertirse en un problema de salud serio ya que más de 800 mil personas se suicidan al año en el mundo por este motivo.
Aunque los expertos coinciden en que se debería continuar con las pruebas para medir la efectividad en grupos más grandes y la duración del tratamiento, es una gran promesa para curar este mal que asecha a quien lo porta, obstruyendo su desarrollo psicosocial.
Las premisas acerca de la percepción y la modificación en los procesos cerebrales que provoca el contacto con los «niños santos» que María Sabina profetizó se manifiestan hoy, en un contexto de grandes promesas de avances médicos y tecnológicos.